Un nuevo estudio vincula las partículas de contaminación del aire con complicaciones del embarazo

Un estudio de la Universidad Emory ha descubierto cómo las diminutas partículas de la contaminación atmosférica alteran el metabolismo materno, lo que aumenta el riesgo de partos prematuros y prematuros. Comprender estas vías podría allanar el camino para intervenciones específicas.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Rollins de la Universidad Emory ha establecido un vínculo molecular entre la contaminación del aire por partículas finas (PM2.5) y los resultados negativos del embarazo.

Publicado En la revista Environmental Science & Technology, la investigación revela que la exposición a estas diminutas partículas durante el embarazo puede alterar el metabolismo materno, afectando vías biológicas clave y aumentando el riesgo de partos prematuros y antes de término.

Hallazgos innovadores

El estudio, dirigido por Donghai Liang, profesor asociado de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública Rollins, analizó muestras de sangre de 330 mujeres embarazadas en el área metropolitana de Atlanta.

Se cree que es el primer estudio que investiga cómo la exposición a PM2.5 afecta el metabolismo de las mujeres embarazadas y contribuye a resultados adversos en el parto.

“El vínculo entre la contaminación atmosférica y el parto prematuro está bien establecido, pero por primera vez pudimos analizar la vía detallada y partículas finas específicas para identificar cómo se reflejan en el mayor riesgo de resultados adversos en el parto”, declaró Liang en un comunicado de prensa. “Esto es importante porque si podemos determinar el porqué y el cómo, podremos saber mejor cómo abordarlo”.

¿Por qué este Matters

Estudios anteriores han demostrado que las mujeres embarazadas y los fetos son muy vulnerables a la exposición a PM2.5.

Las partículas emitidas por fuentes como los gases de escape de vehículos, los procesos industriales y los incendios forestales se han vinculado con los partos prematuros. El parto prematuro, que ocurre antes de las 37 semanas de gestación, es la principal causa mundial de muerte en niños menores de cinco años y se asocia con complicaciones graves como la parálisis cerebral y el síndrome de dificultad respiratoria.

Los partos prematuros (37 a 39 semanas) también conllevan riesgos de morbilidad neonatal y problemas de desarrollo.

Investigaciones anteriores estiman que aproximadamente el 10% de los nacimientos prematuros a nivel mundial son atribuibles a la exposición a PM2.5.

Principales Conclusiones

El estudio de Emory identificó alteraciones significativas en el metabolismo de la energía y de los aminoácidos.

Dos sustancias, la cortexolona y la lisoPE (20:3), se asociaron fuertemente con la exposición a la contaminación del aire a corto plazo y el riesgo de partos prematuros, lo que revela posibles mecanismos a través de los cuales la contaminación del aire desencadena el parto prematuro.

Estos hallazgos ponen de relieve alteraciones notables en la digestión y absorción de proteínas, vitales para el desarrollo fetal y la función inmunitaria. Este nuevo conocimiento ofrece posibles dianas para estrategias preventivas.

Información estadística

De las 330 participantes, 66 mujeres (20%) dieron a luz a bebés prematuros y 54 (16.4%) tuvieron partos prematuros. Estas tasas son considerablemente más altas que el promedio nacional en Estados Unidos.

Perspectivas de expertos

Como científico especializado en contaminación atmosférica, no creo que la contaminación vaya a desaparecer pronto. Incluso en niveles bajos, seguimos observando efectos nocivos para la salud, pero no podemos simplemente pedirle a la gente que se aleje de las zonas altamente contaminadas —añadió Liang—. Por lo tanto, desde la perspectiva de la intervención clínica, es fundamental comprender mejor estas vías y moléculas afectadas por la contaminación. En el futuro, podríamos identificar algunas de estas moléculas para desarrollar estrategias o intervenciones clínicas eficaces que ayuden a reducir estos efectos adversos para la salud.

Fuente: Universidad de Emory