Un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York descubre que las elecciones lingüísticas de los padres pueden influir en las percepciones de género en los niños, ya que a los niños se los suele referir con términos neutrales en cuanto al género y a las niñas con etiquetas específicas de género.
Un conocido acertijo plantea la situación de un niño herido en un accidente de tráfico en el que muere su padre. Cuando el médico declara: “No puedo operarlo, es mi hijo”, muchos quedan desconcertados, pues no reconocen que la madre es la doctora. Este acertijo pone de relieve un prejuicio social profundamente arraigado que equipara a las “personas” con los hombres.
Partiendo de este concepto, una investigación reciente ha revelado que la forma en que los padres hablan con sus hijos puede contribuir a estas percepciones. El estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, indica que los padres en los Estados Unidos suelen utilizar etiquetas neutrales en cuanto al género, como “niño”, con más frecuencia para los niños, y etiquetas específicas de género, como “niña”, con más frecuencia para las niñas.
“Si bien las percepciones de género están impulsadas por una variedad de factores, nuestra investigación identifica una de las influencias sociales que pueden contribuir a nuestra tendencia a equiparar a los hombres con las personas en general y señala posibles formas de abordar este sesgo”, dijo en un comunicado de prensa la autora principal Rachel Leshin, estudiante de doctorado de la Universidad de Nueva York en el momento del estudio y ahora investigadora postdoctoral en la Universidad de Princeton.
Si ampliamos este sesgo a contextos sociales más amplios, una búsqueda rápida en Internet de “personas” suele arrojar más imágenes de hombres que de mujeres. Además, los hombres siguen siendo mayoría en diversos campos influyentes, como la política, los medios de comunicación y la medicina.
“Este sesgo tiene consecuencias importantes para las cuestiones de equidad de género, ya que percibir a los hombres como la ‘predeterminación’ tiene el potencial de elevar sus preocupaciones, prioridades y valores por encima de los de los demás”, agregó Leshin. “Comprender los factores específicos que pueden sentar las bases de estos valores masculinos predeterminados es una forma de comenzar a pensar en cómo intervenir en este sesgo”.
En su investigación, Leshin y sus colegas realizaron experimentos con más de 800 parejas de padres e hijos.
En un experimento clave, en el que participaron más de 600 padres de niños de entre 4 y 10 años de todo Estados Unidos, se pidió a los padres que subtitularan fotografías de niños jugando. Se descubrió que los padres usaban etiquetas neutras en cuanto al género con más frecuencia para describir a los niños y etiquetas específicas en cuanto al género para las niñas.
Para comprobar si estos resultados se mantenían en distintos contextos, los investigadores llevaron a cabo un segundo estudio en el que participaron casi 200 parejas de padres e hijos. Este estudio exploró las reacciones a un libro ilustrado que mostraba a niños con comportamientos de género estereotípicos y contra-estereotípicos. Los investigadores observaron una vez más patrones similares en las opciones de etiquetado de los padres, lo que reafirmó los hallazgos del primer estudio.
En consonancia con el experimento inicial, los padres utilizaron términos más neutros en cuanto al género para describir a los niños que participaban en actividades estereotipadas (como un niño que cava en busca de gusanos) que a las niñas. Sin embargo, esto se invirtió para el comportamiento contra-estereotípico, ya que los padres utilizaron términos más neutros en cuanto al género para las niñas que participaban en actividades contra-estereotípicas.
“Estos hallazgos revelan un sesgo notable en cómo los padres ven el género, lo que indica que una 'persona', por defecto, es un hombre”, añadió Leshin.
Comprender la génesis de estos sesgos en las interacciones de la primera infancia proporciona información fundamental para abordar la equidad de género y reformular las normas sociales. Como esta investigación destaca las formas inconscientes en que se transmiten los sesgos de género, abre caminos para intervenciones deliberadas e informadas para fomentar percepciones más inclusivas desde una edad temprana.
Fuente: New York University