Un estudio global con más de 66,000 participantes destaca cómo la Generación Z, los conservadores y las personas con menor nivel educativo son más propensos a caer en la desinformación. La investigación busca comprender y combatir el creciente problema de las noticias falsas.
Un estudio global exhaustivo con más de 66,000 participantes ha revelado tendencias demográficas clave en la susceptibilidad a la desinformación, lo que arroja luz sobre qué grupos son más propensos a ser engañados por noticias falsas. La investigación... publicado En un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, un equipo de expertos de la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Cambridge realizó este estudio.
Se pidió a los participantes del estudio que evaluaran una combinación de titulares de noticias reales y falsos para determinar su capacidad para discernir entre la realidad y la ficción. Los resultados fueron a la vez reveladores y, en cierto modo, contradictorios, ya que revelaron que las personas más jóvenes, en concreto la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012), las mujeres, los conservadores y las personas con un nivel educativo más bajo, mostraron una mayor susceptibilidad a las noticias falsas, aunque algunos grupos mostraron una mayor conciencia de sus limitaciones.
“No importa quién seas, no importa lo que creas saber, nadie es inmune a la desinformación”, declaró en un comunicado de prensa el autor principal, Friedrich Götz, profesor adjunto de psicología en la Universidad de Columbia Británica. “La gente debería ser consciente de que todos estamos expuestos a la desinformación con regularidad y es probable que todos caigamos en ella en algún momento”.
Contrariamente a la creencia popular, el estudio reveló que los nativos digitales (aquellos que crecieron en la era de internet) no eran necesariamente mejores para identificar la desinformación. Los participantes de la Generación Z no solo tuvieron un rendimiento inferior al esperado, sino que también eran conscientes de sus dificultades.
«Aún existe la idea errónea generalizada de que los nativos digitales se desenvuelven mejor en estos entornos», añadió Götz. «Esto se ha desmentido en el mundo académico durante bastantes años, pero no creo que se haya trasladado a la conciencia pública».
El estudio también encontró que, si bien las mujeres eran ligeramente más vulnerables a la desinformación que los hombres, eran mejores a la hora de juzgar su capacidad para detectarla.
Al evaluar las opiniones políticas, el estudio reveló que las personas con inclinaciones más conservadoras eran significativamente más vulnerables a la desinformación. Esta tendencia fue especialmente pronunciada en los extremos del espectro político. Si bien los conservadores fueron relativamente precisos al evaluar su propia capacidad para detectar noticias falsas, quienes tenían puntos de vista extremos a menudo sobreestimaron su competencia.
La educación también jugó un papel crucial. Si bien quienes tenían educación universitaria o títulos superiores generalmente obtuvieron mejores resultados que sus compañeros con menor nivel educativo, a menudo sobreestimaron su capacidad para identificar la desinformación.
Götz enfatizó el potencial de los hallazgos del estudio para fundamentar iniciativas políticas y educativas dirigidas a reducir la susceptibilidad a la desinformación.
Tengo la sensación de que no todas las democracias en este momento están realmente intentando abordar este problema. Peor aún, en el mundo polarizado en el que vivimos, algunos actores, incluidos los políticos, podrían utilizarlo deliberadamente como arma —dijo—. Pero si un gobierno actúa de buena fe y quiere resolver este problema en la sociedad, creo que podría usar este estudio para crear conciencia y avanzar hacia una investigación más centrada en la intervención.
Al investigar las brechas entre el desempeño real y la autoevaluación a la hora de identificar noticias falsas, los investigadores esperan desarrollar estrategias específicas para mitigar la propagación de información errónea.
La herramienta utilizada en el estudio, la Prueba de Susceptibilidad a la Desinformación (MIST), es disponible en línea de forma gratuita y presenta un recurso valioso para futuros esfuerzos educativos.