Investigadores del Trinity College de Dublín revelan un plan innovador para el cambio de hábitos, enfatizando el delicado equilibrio entre las respuestas automáticas y el control dirigido a objetivos, con potencial para revolucionar el desarrollo personal y el tratamiento de los trastornos compulsivos.
En un avance significativo, los neurocientíficos cognitivos del Trinity College de Dublín han presentado un nuevo enfoque para formar y romper hábitos de manera efectiva. Liderado por Eike Buabang, investigador postdoctoral en Claire GillanEn el laboratorio de 's, el estudio delinea un modelo cognitivo que promete mejorar las estrategias de desarrollo personal y revolucionar el tratamiento clínico de los trastornos compulsivos, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la adicción y los trastornos alimentarios.
Los hallazgos están documentados en un artículo publicado recientemente. publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences.
Buabang enfatizó el papel crucial que juegan los hábitos en la vida diaria.
“Los hábitos desempeñan un papel central en nuestra vida diaria, desde preparar la primera taza de café por la mañana hasta la ruta que tomamos para ir al trabajo y la rutina que seguimos para prepararnos para ir a dormir. Nuestra investigación revela por qué estos comportamientos automáticos son tan poderosos y cómo podemos aprovechar los mecanismos de nuestro cerebro para cambiarlos”. Buagang dijo en un comunicado de prensa.
El estudio destaca la interacción de dos sistemas cerebrales: uno que desencadena conductas automáticas en respuesta a señales familiares y otro que permite el control dirigido a objetivos. Una alteración de este equilibrio puede dar lugar a deslices en las acciones cotidianas, como introducir una contraseña antigua, y a conductas compulsivas más graves asociadas a trastornos como el TOC.
Una de las conclusiones principales de esta investigación es que tanto los buenos como los malos hábitos surgen cuando las respuestas automáticas dominan el control dirigido a un objetivo. Al comprender esta dinámica, es posible aprovecharla tanto para crear nuevos hábitos saludables como para abandonar los perjudiciales.
En el estudio se identificaron varios factores que influyen en el equilibrio entre las respuestas automáticas y el control orientado a objetivos. Se descubrió que la repetición y el refuerzo de conductas son fundamentales para que los hábitos perduren.
Los ajustes ambientales también juegan un papel importante en el cambio de hábitos, donde alterar el entorno para hacer más accesibles los comportamientos deseados o eliminar señales que desencadenan hábitos negativos puede ser particularmente efectivo.
“Nuestra investigación proporciona un nuevo 'manual' para el cambio de conducta al conectar la neurociencia con aplicaciones prácticas del mundo real. Incluimos estrategias efectivas como las intenciones de implementación, los llamados planes if-then (si ocurre la situación X, entonces haré Y), y también integramos intervenciones clínicas como la terapia de exposición, la terapia de reversión de hábitos, la gestión de contingencias y la estimulación cerebral”, agregó Buabang. “Es importante que nuestro marco no solo capture las intervenciones existentes, sino que también proporcione objetivos para el desarrollo de otras nuevas”.
Las implicaciones de esta investigación se extienden mucho más allá del cambio de comportamiento individual.
Gillan, profesor asociado de la Facultad de Psicología de Trinity, subrayó el potencial de los tratamientos personalizados basados en la neurobiología individual, lo que hace que las intervenciones sean significativamente más efectivas.
“Todos somos diferentes; dependiendo de tu neurobiología, podría tener más sentido concentrarte en evitar las señales que en reducir el estrés o permitirte más tiempo para tu rutina diaria”, dijo en el comunicado de prensa.
Además, estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes para las estrategias de salud pública. Al comprender cómo se forman los hábitos en el cerebro, los responsables de las políticas podrían diseñar campañas de salud más efectivas que promuevan hábitos positivos como el ejercicio regular y la reducción del consumo de azúcar.
“Si trabajamos con la forma natural en que nuestro cerebro forma hábitos, en lugar de contra ella, podemos crear estrategias que hagan que las elecciones más saludables sean más automáticas tanto a nivel individual como social”, añadió Gillan.
Esta investigación innovadora no sólo arroja luz sobre los mecanismos subyacentes a los hábitos, sino que también ofrece una hoja de ruta prometedora para desarrollar nuevas estrategias y tratamientos adaptados a las necesidades individuales, transformando potencialmente los enfoques personales y públicos de la formación y modificación de hábitos.