Un estudio reciente expone un sesgo significativo contra la investigación aplicada en informática, un hallazgo que resalta los obstáculos ocultos que enfrentan las mujeres en el ámbito académico.
Un nuevo estudio dirigido por Samantha Kleinberg, profesora de Ciencias de la Computación de la Cátedra Farber en el Instituto de Tecnología Stevens, descubre una tendencia inquietante que puede explicar la persistente brecha de género en la ciencia de la computación.
En los albores de la era informática, las mujeres fueron pioneras en el uso de la tecnología computacional, a menudo en puestos considerados secretariales. Sin embargo, a medida que la informática evolucionó hasta convertirse en un campo prestigioso impulsado por algoritmos y teoría, la representación femenina fue cada vez menor.
Si avanzamos hasta hoy, solo el 23% de los títulos de licenciatura y doctorado en informática se otorgan a mujeres, y solo el 18% de los profesores titulares son mujeres, una representación incluso menor que en la década de 1980.
El estudio, publicado En IEEE Access, se revela que el tipo de investigación que a menudo atrae a las mujeres a la informática (la investigación aplicada) se devalúa sistemáticamente dentro de la comunidad académica.
Investigación aplicada vs. investigación teórica
En el ámbito académico, la investigación normalmente se divide en dos categorías: investigación aplicada, que crea nuevos productos, tecnologías o soluciones a problemas del mundo real, e investigación teórica, que busca profundizar nuestra comprensión de los principios fundamentales, como las propiedades matemáticas de los algoritmos.
“Al entrar en una conferencia de informática aplicada, se observa un equilibrio entre mujeres y hombres asistentes”, declaró Kleinberg en un comunicado de prensa. “En conferencias que se centran más en la teoría, la sala se ve muy diferente. Hay significativamente menos mujeres que hombres”.
A pesar de que ambos tipos de investigación son cruciales para el avance de la informática, el estudio indica que la comunidad académica no los valora por igual.
Esta tendencia a menudo surge de preferencias académicas de larga data por el trabajo teórico que requiere un profundo conocimiento matemático, aun cuando muchos investigadores contribuyen a ambas áreas a lo largo de sus carreras.
El sesgo
Kleinberg, en colaboración con Jessecae Marsh, profesor de psicología en la Universidad de Lehigh, encuestó a profesores titulares y en vías de titularidad de los 100 principales departamentos de informática de los Estados Unidos para medir las percepciones de los investigadores involucrados en trabajo aplicado versus trabajo teórico.
Sus hallazgos revelan un sesgo significativo contra los investigadores aplicados.
Los profesores evaluaron que los investigadores involucrados en trabajos aplicados tenían menos probabilidades de publicar en lugares prestigiosos, conseguir la titularidad o un ascenso, recibir premios u obtener financiación.
Lo que es aún más preocupante es que calificaron a estos investigadores como menos brillantes, creativos y técnicamente capacitados que sus homólogos centrados en la teoría, a pesar de reconocer que el trabajo aplicado es igualmente importante.
"Quería comprender esta dinámica que observaba", añadió Kleinberg. "Así que pensamos: averigüemos qué piensa realmente la gente sobre esta investigación y quienes la realizan".
Al analizar datos de publicaciones, contrataciones, financiación y premios, los investigadores confirmaron que la investigación aplicada efectivamente conduce a resultados profesionales inferiores.
Para probar la hipótesis de que las mujeres están más representadas en la investigación aplicada, Kleinberg examinó manualmente los perfiles de más de 11,000 académicos estadounidenses para garantizar su precisión y reveló que las mujeres se encuentran con mayor frecuencia en roles de investigación aplicada, lo que hace que este sesgo sea particularmente perjudicial para sus carreras.
Curiosamente, las universidades han logrado aumentar la participación femenina en informática al enfatizar sus aplicaciones. Iniciativas como los programas interdisciplinarios de informática y tecnología, que combinan la informática con campos como la antropología, la biología o la música, han atraído significativamente a un mayor número de estudiantes.
“No está claro si es su interés o la cultura del campo lo que hace que el trabajo teórico sea poco atractivo”, añadió Kleinberg. “Quizás las mujeres sí quieran dedicarse a la teoría, pero se sienten menos bienvenidas en esos espacios”.
El estudio sugiere que el mundo académico podría estar impulsando a las mujeres hacia áreas aplicadas debido a barreras culturales y luego penalizándolas por su trabajo.
Implicaciones más amplias
La diversidad de perspectivas es crucial para el avance de la informática. Así como los primeros ensayos clínicos que excluían a las mujeres condujeron a tratamientos menos efectivos para ellas, la investigación informática necesita voces diversas para crear algoritmos y herramientas inclusivos.
“Investigo en el ámbito de la salud”, añadió Kleinberg. “En definitiva, queremos que nuestros algoritmos y herramientas sean utilizados por todos y aplicados a todos. La ciencia es mejor cuando refleja a todos”.
Las implicaciones de este estudio se extienden más allá de la equidad de género, advirtiendo que la devaluación sistemática de la informática aplicada podría disuadir la investigación vital que aborda los desafíos más urgentes de la sociedad.
Moving Forward
Para abordar este sesgo, será necesario realizar cambios sistémicos en la forma en que las universidades evalúan el impacto de la investigación, capacitar al personal docente para reconocer sesgos inconscientes y reestructurar las decisiones de promoción y titularidad para valorar tanto las contribuciones teóricas como las prácticas.